viernes, 27 de mayo de 2011

La herida que nos mata



Las gotas tililan con el viento frío de la noche. Algunas se han helado. La Primera nevada ha llegado. Y me ha pillado sin
fuego en el hogar. Debí de haber cortado leña. Debí de haber cortado leña hacia el final del verano. Pero uno nunca se espera el otoño
adelantado. Una noche, te levantas a cerrar la ventana, y correr las cortinas que vuelan azotadas por un aire helado y te dices
para tí mismo: sí ya ha llegado el otoño....Y un viento helado te recorre todo el cuerpo y te hace estremecerte.
El reloj se paró exactamente a las doce y diez de la noche, del día 23 de septiembre de 2005. Me despetó un espacio vacío
que no encajaba en la simetría conocida de nuestros cuerpos. Como si parte del espacio se hubiera vaciado por una huida repentina.
Cómo si faltara algo o alguien y no percibieras el origen concreto de esta desnudez.Su lado de la cama estaba revuelto, pero vacío. El armario
abierto, Su ropa, había desaparecido. Sólo quedaba tirado en el suelo una de sus braguitas. Una turquesa, Y al mirar por la ventana,
sólo contemplé una avenida vacía de luces eléctricas, verdosas y púrpuras. Y el último autobús, respirar como una ballena
varada, y agónica en una playa a la que hubiera llegado agotada de luchar contra el mar y contra el tiempo.
Ella había dicho, días antes : " Es tan cansado luchar contra el hastío.... Estoy realmente tan cansada..."
Yo permanecí en silencio. Las palabras vacías son el vocabulario de la desolación. Así que era mejor permanecer callado.
Y ella, la chica, paseaba nerviosamente por la sala de estar, se quejaba de cosas inconexas, a veces lloraba, o se
sentaba en una butaca con el rostro entre las manos, y murmuraba: " todo es una mierda....todo acaba por desmoronarse, todo, todo, siempre...".
Ella decía que su vida era un asco, que su trabajo era un asco, que ese hombre que la miraba, no era aquél del que se había
enamorado. Que el sexo era rutinario. Que la comida se tragaba rutinariamente, que antes se reían juntos, y ahora se pasaban
horas y horas, el uno junto al otro sin dirijirse maldita palabra. Decía que tenía que hacer algo, lo que fuera, meterse a puta,
cojer ese puesto de trabajo que le ofrecieron aunque significara cruzar el país, ! maldita sea, maldita sea¡, volvió a gritar; lo
que sea con tal de salir de esta jaula tan pequeña que me aprisiona como a un gato muy grande.
Y era esa hora de la noche, en que más solo se está. Y cruzó un relámpago el cielo, y crujió un trueno, y comenzó a caer sobre
el asfalto, sobre las farolas enhiestas como vigilantes nocturnos, sobre el horizonte, una pesada capa de lluvia gris que sonaba
a borbotones al golpear contra el asfalto.
Y ella dijo: un día me iré. Sí un día me iré, te lo juro. Y no me volverás a ver el pelo en toda tu puñetera vida. Porque quiero,
volver a empezar una nueva vida, Tener algunas ilusiones. Volver a dormirme cada noche sin llorar de rabia, clavándome
las uñas. Y tú te puedes ir al carajo. En el fondo estarías mejor sin mí. Los dos estariamos mejor el uno sin el otro: sin este
marasmo que nos ahoga, y del que nos da miedo salir, porque ahí fuera, la cosa está aún peor. Pero mierda, ahí fuera, al
menos hay otras cosas, nuevas cosas, y hay que arriergarse. Y es mejor morirse rapidamente, que languidecer año
tras año, no sabiendo que te estás pudiendo por dentro, hasta que ya es tarde. Y escaparse es ya inútil...
Y el hombre murmuró intentado cojer sus manos entre las suyas: sí bueno, pero las cosas pueden mejorar. Puede que
todo vuelva a ser como el principio. Ultimamente he estado un poco loco, lo sé. He perdido demasiados trabajos. He bebido
demasiado. Hemos follado demasiado poco y sin ganas. He estado un poco perdido. Ya sabes. Esas cosas que pasan.
Y la chica quiso ir a la cocina. Y el hombre se interpuso, y le susurró al oido a ella muy quedamente junto a su largo cabello:
" Esta vida no es mala, esta vida nuestra no es tan mala, al fin y al cabo..., no es como morirse, leche".
Y la chica con la mirada pedida musitó para sí misma
" Sí, es posible, que esta vida no sea tan mala. No sea tan mala, como la muerte.... Es aún peor...esta vida es tan buena o tan
mala como la nada.... Como no sentir nada. Como si te cortaras y no saliera ni sangre".
Y se puso un café. Y se encendió un cigarrillo con el fuego de la cocina.Y se quedó mirando a los azulejos de la cocina. Como si mirase más lejos,
mucho más lejos. Hacia un lugar y un tiempo, en el que ella y sólo ella, pudiera estar en el secreto de la vida...

(Juanma Miranda)

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