viernes, 15 de julio de 2011

Diez años y un soplo de viento



Seguía pareciendose a ella. Ella a sí misma. No a ese pálido reflejo que se nos queda atrapado en la memoria. Estaba parada en una esquina que hacía bisagra y chaflán con La Campana. Yo la miré un buen rato en la distancia. Cómo quien contempla su propio pasado. Cómo quien observa atónito en materia viviente, lo que fuera antaño, la nebulosa pátina del país de la niebla.Diez años hacía que no la veía. Por azares del destino, me la encontré, en un perfil semiolvidado de una página de Internet. Quedamos a tomar café. La última vez que la ví, diez años atrás, se despidió de mi con un beso en la mejilla. Se giró, y con su cabello negrísimo, color ala de cuervo, una blusa negra y una falda color café, se perdió de mi vista, en la vorágine de un día de comercio en la calle Tetuán.

A veces la vida, es como un libro, semiolvidado, no el libro Borgiano de arena, ni el de la flor seca entre dos poemas, fruto sin duda de un día inolvidable y ya olvidado. Es como arribar a un territorio conocido, tras años de derrota por océanos ignotos. Como volver a sentir entre tus labios, el sabor agridulce de la fruta robada de la huerta vecina, cuando las golondrinas anidaban sobre mi ventana, y un mechón negro. como crin de potrillo, me bailaba en la frente asuzado por el viento blanco de la levantera.

Hay errores que no se terminan de pagar en la vida. Y éste, éste era un error, que yo quería saldar antes de dar el salto a ese horizonte invisible de la ausencia eterna. Para cerrar una puerta que no lleve a la amnesia con alevosía, ni al rencor, ni al ladrido nocturno del recuerdo. Somos polvo antes de ser viento. Seamos fuego antes de ser las cenizas del olvido....

(Juanma Miranda)

No hay comentarios: